3° miércoles de PASCUA
29.04.2020
Jueves 30
Si la vida que vivimos es sosa (y la de la nuestras iglesias lo es), quiere decir que nos faltan buenas dosis de sazón. Llevamos años comiendo el pan, pero no ha demostrado ser el alimento idóneo para proporcionar una vida entusiasmante. La vivencia del Evangelio tiene que ser gozosa, gustosa, convencida y contagiosa. Nos falta sal, y no se cocina impunemente sin sal; tampoco en la vida religiosa. Tenemos que disfrutar más, ser más «salados».