En la FIESTA DE MARÍA

25.04.2020

Desde antes del año 1620 la imagen de Nuestra Señora del Valle es venerada en la actual ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca. La imagen, pequeña, con las manos juntas, despierta ternura y devoción. Fue coronada el 12 de abril de 1891. Es una de las advocaciones de la bienaventurada Virgen más importantes de la Argentina.  

ORACIÓN-CONTEMPLACIÓN en el 400° aniversario del hallazgo de la imagen de la VIRGEN DEL VALLE

HIMNO
 Brotó de ti la gracia y nuestra vida, oh Virgen manantial de toda dicha, cuando igual que la Madre primeriza fuiste Madre con gritos de alegría. Mujer de aldea y Madre de los hombres, mujer de grandes gozos y dolores, ¡cómo esperan de ti los corazones, porque eres la más pobre de las pobres! 

El Rey de paz te acoge y en ti se goza, y en tu virginidad sella su gloria; ¡cante el mundo y la Iglesia deseosa al Señor que de gracia te corona! Amén.  

Salmo 112 (113) Alaben, servidores del Señor, alaben el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre: de la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. 

 El Señor está sobre todos los pueblos, su gloria se eleva sobre el cielo. ¿Quién como el Señor Dios nuestro que tiene su morada en las alturas, y se inclina para mirar al cielo y a la tierra? 

Él levanta del polvo al desvalido, alza de la miseria al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo; él honra a la mujer estéril en su hogar haciéndola madre feliz de hijos.
Gloria al Padre...

PRECES 
Celebremos a Cristo nuestro Salvador, que quiso darnos a María como Madre y modelo de nuestras vidas, y le digamos: Que tu Santa Madre, Señor, interceda por nosotros
-
Señor Jesús que prometiste morar en los que guardan tu palabra, ayuda al Papa Francisco, ilumina a nuestros Obispos Gabriel y Darío, fortalece a los sacerdotes y conserva a tu pueblo en la unidad de la fe y la caridad.
 - Tú que hiciste de María la llena de gracia, haz que por su mediación todos los hombres lleguen al conocimiento de la verdad y se salven.
- Señor que quisiste derramar en este Valle gracias abundantes por la súplica de María, concede, por su mediación, salud a los enfermos, conversión a los pecadores, fortaleza a los atribulados y a todos tu paz.
 - Tú, que nos diste a María por Madre, guarda a las familias unidas en el verdadero amor. Se pueden añadir algunas intenciones libres.
 - Tú, que fortaleciste a María junto a la Cruz, haz que todos los difuntos puedan alcanzar la felicidad eterna de tu reino. 

 ORACIÓN Dios todopoderoso y eterno, que has concedido un especial amparo y protección a cuantos invocan, con la advocación del Valle, a la inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, que, con su ejemplo e intercesión, mantengamos con firmeza las exigencias de nuestra fe y alcancemos la verdadera libertad de tus hijos. Por nuestro Señor Jesucristo, Tu Hijo, que es Dios y vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

 LECTURA Del libro del Apocalipsis 11, 19-12, 9.13-17 La gran señal de la mujer en el cielo
En aquellos días, se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el arca de la alianza, y hubo rayos, voces, truenos y un temblor de tierra, y cayó una fuerte granizada. Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza. Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz. Y apareció en el cielo otro signo: un enorme Dragón rojo como el fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y en cada cabeza tenía una diadema. Su cola arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo, y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se puso delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera. La Mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono, y la Mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un refugio para que allí fuera alimentada durante mil doscientos sesenta días. Entonces se libró una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron contra el Dragón, y este contraatacó con sus ángeles, pero fueron vencidos y expulsados del cielo. Y así fue precipitado el enorme Dragón, la antigua Serpiente, llamada Diablo o Satanás, y el seductor del mundo entero fue arrojado sobre la tierra con todos sus ángeles. Y escuché una voz potente que resonó en el cielo: «Ya llegó la salvación, el poder y el Reino de nuestro Dios y la soberanía de su Mesías porque ha sido precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que día y noche los acusaba delante de nuestro Dios. Ellos mismos lo han vencido, gracias a la sangre del Cordero y al testimonio que dieron de él, porque despreciaron su vida hasta la muerte. ¡Que se alegren entonces el cielo y sus habitantes!, pero ¡ay de ustedes, tierra y mar, porque el Diablo ha descendido hasta ustedes con todo su furor, sabiendo que le queda poco tiempo!». El Dragón, al verse precipitado sobre la tierra, se lanzó en persecución de la Mujer que había dado a luz al hijo varón. Pero la Mujer recibió las dos alas de la gran águila para volar hasta su refugio en el desierto, donde debía ser alimentada durante tres años y medio, lejos de la Serpiente. La Serpiente vomitó detrás de la Mujer como un río de agua, para que la arrastrara. Pero la tierra vino en ayuda de la Mujer: abrió su boca y se tragó el río que el Dragón había vomitado. El Dragón, enfurecido contra la Mujer, se fue a luchar contra el resto de su descendencia, contra los que obedecen los mandamientos de Dios y poseen el testimonio de Jesús.  

LECTURA De la Constitución dogmática Lumen Gentium, sobre la Iglesia, del Concilio Vaticano II (Nn. 63-65) MARIA, TIPO DE LA IGLESIA
La Bienaventurada Virgen, por el don y la prerrogativa de la maternidad divina, con la que está unida al Hijo redentor, y por sus singulares gracias y dones, está unida también íntimamente a la Iglesia. La Madre de Dios es tipo de la Iglesia, como ya enseñaba san Ambrosio, a saber: en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo. Porque en el misterio de la Iglesia, que con razón también es llamada madre y virgen, la Bienaventurada Virgen María la precedió, mostrando en forma eminente y singular el modelo de la virgen y de la madre, pues creyendo y obedeciendo, engendró en la tierra al mismo Hijo del Padre, y esto sin conocer varón, cubierta con la sombra del Espíritu Santo, como nueva Eva, prestando fe, no adulterada por duda alguna, no a la antigua serpiente, sino al mensaje de Dios. Dio a luz al Hijo, a quien Dios constituyó como primogénito entre muchos hermanos, a saber: los fieles a cuya generación y educación coopera con materno amor. Ahora bien, la Iglesia, contemplando su arcana santidad e imitando su caridad, y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, también ella es hecha madre, por la Palabra de Dios fielmente recibida; en efecto, por la predicación y el bautismo engendra para la vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por el Espíritu Santo y nacidos de Dios. Y también ella es virgen que custodia pura e íntegramente la fe prometida al Esposo e imitando a la madre de su Señor, por la virtud del Espíritu Santo, conserva virginalmente la fe íntegra, la sólida esperanza, la sincera caridad. Mientras que la Iglesia en la Santísima Virgen ya llegó a la perfección, por la que se presenta sin mancha ni arruga, los fieles, en cambio, aún se esfuerzan en crecer en la santidad venciendo al pecado; y por eso levantan sus ojos hacia María, que brilla ante toda la comunidad de los elegidos como modelo de virtudes. La Iglesia, reflexionando piadosamente sobre ella y contemplándola en la luz de la Palabra hecha hombre, llena de veneración, entra más profundamente en el sumo misterio de la encarnación y se asemeja más y más a su Esposo. Porque María, que, habiendo entrado íntimamente en la historia de la salvación, en cierta manera une y refleja en sí las más grandes exigencias de la fe, mientras es predicada y honrada atrae a los creyentes hacia su Hijo y su sacrificio y hacia el amor del Padre. La Iglesia, a su vez, buscando la gloria de Cristo, se hace más semejante a su excelso modelo, progresando continuamente en la fe, la esperanza y la caridad, buscando y obedeciendo en todas las cosas la divina voluntad. Por lo cual, también en su obra apostólica, con razón la Iglesia mira hacia aquella que engendró a Cristo, concebido por el Espíritu Santo y nacido de la Virgen, precisamente para que por la Iglesia nazca y crezca también en los corazones de los fieles. La Virgen, en su vida, fue ejemplo de aquel afecto materno que debe animar también a quienes, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan para regenerar a los hombres.

HIMNO Madre del Amor Divino desde hoy la más querida, Pura y Limpia Concepción, Reina del Cielo, oh María. 

 Son tus manos petaquitas que guardan dones del Cielo; pongo en ellas mi esperanza Madre mía y de este suelo. 

A tus pies vengo dichoso Madre Hermosa, Mama Quilla, para dejar en tus manos alma, corazón y vida. 

Mi canto te alaba, Madre. Mi danza te sigue al Cielo. Con mi alma quedan contigo toda mi vida y mis sueños.  

Madre bendita del Valle tierra virgen del Señor, dispensadora de gracia, misericordia y perdón. 

Tú eres nuestra esperanza, tú eres el don mejor, flor de las flores del Valle, fuente de la Redención. 

Que tus manos entreabiertas, signo de eterna oración, sostengan nuestra esperanza, hagan crecer nuestro amor. 

Gloria al Padre que te hizo, gloria al Hijo de tu amor, gloria al Espíritu Santo, que en tu seno lo formó. Amén.  

PRECES

 Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la Madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo: Que la llena de gracia interceda por nosotros. - Señor, Dios nuestro, fuente de la unidad y origen de toda concordia, que has querido asociar a María a la obra redentora de tu Hijo, haz que todos los pueblos se unan en el único Pastor. - Señor Dios que elegiste para Madre de tu Hijo a María, incorrupta en cuerpo y alma y sea así imagen de la Iglesia una e indivisa, haz que en los cristianos reine el espíritu de concordia, paz y perdón. - Padre Bueno, que has querido que la Inmaculada Virgen María, cooperara en 3a reconciliación entre Dios y los hombres, realizada por Cristo, concede que su mirada maternal, nos alcance la unidad a nuestras familias y cultivemos eficazmente la paz que Cristo nos dio. - Padre todopoderoso, que en tu providencia dispusiste que tu Hijo desde la Cruz diera a Juan por Madre a María otorga a tu pueblo que clama a ti el poder hacer más próxima la venida de tu reino en sus corazones, viviendo la justicia, la laboriosidad y la solidaridad - Señor Dios nuestro que ocultaste tu mensaje a los sabios y prudentes según el mundo, y lo revelaste a los pequeños, concédenos ser como Salazar, testigos tuyos marcados por un filial y sincero amor a la Madre de Tu Hijo. Se pueden añadir algunas intenciones libres Confiados en el Señor que hizo obras grandes en María, digamos con espíritu filial la oración que Cristo nos enseñó: Padre nuestro Oración Dios todopoderoso y eterno, que has concedido un especial amparo y protección a cuantos invocan, con la advocación del Valle, a la inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, que, con su ejemplo e intercesión, mantengamos con firmeza las exigencias de nuestra fe y alcancemos la verdadera libertad de tus hijos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

ORACIÓN Dios todopoderoso y eterno, que has concedido un especial amparo y protección a cuantos invocan, con la advocación del Valle, a la inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, que, con su ejemplo e intercesión, mantengamos con firmeza las exigencias de nuestra fe y alcancemos la verdadera libertad de tus hijos. Por nuestro Señor Jesucristo, Tu Hijo, que es Dios y vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.  

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